Cada mes el departamento ministerial que dirige Celestino Corbacho publica el dato de paro registrado en las oficinas de los Servicios Públicos de Empleo (antiguo Inem). Los medios de comunicación se ciñen a la información oficial y repican como si fuera un mantra sagrado la cifra de desempleados que, en teoría, no tienen trabajo. Luego, los analistas emplean esta estadística para realizar análisis sobre la evolución del mercado laboral y todo ello llega a la opinión pública como si fuera real, pero no lo es.
En realidad, el dato de paro registrado ha sufrido tantas alteraciones que ya es difícil saber a quién considera el Gobierno como parado. Ahora es sólo un concepto burocrático que se emplea con fines propagandísticos (de todos los colores políticos) y que maquilla el volumen de desempleados.
Aunque esta actuación no ha sido exclusiva del actual ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, tras su incorporación el departamento ha incrementado el apagón estadístico. Como muestra de ello cabe destacar su intención de sacar de las listas de parados a los prejubilados que quieren trabajar y al hecho de que se afilien niños a la Seguridad Social para alterar la población activa y, con ello, la tasa de paro.
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